Cenicienta es el cuento que más me ha cabreado de siempre porque yo nunca podría ser la elegida ya que jamás podría calzarme el zapatito de cristal. El objeto fetiche lo tenía todo: que fuera un zapato de tacón, de un material imposible por rígido, y que fuera tan diminuto. Si tan diminuto era el pie también sería diminuta Cenicienta. Delgadita, de escasa estatura y casi una niña, sin ninguna formación, y totalmente dependiente de los demás. Cómo pensaba el príncipe que alguien tan insignificante podía ser apta para princesa. Así de tontos serían los dos enamoradizos.
¿Cuáles eran las virtudes de Cenicienta? Recordando la versión de Disney, mucho más famosa que la de Perrault, diría que Cenicienta era buena y bella. Era bondadosa de corazón porque era amiga de los animales, y a pesar de las humillaciones no aborrecía a la madrastra y a las hermanastras. En la película la adornaron con una voz dulce, la colorearon rubia, y la dibujaron delgada y delicada. Por todo ello se ganó el título de la más bella del reino.
Si eres una chica buena y bella triunfarás. Si eres regular de carácter y no tan guapa, qué será de ti. No enamorarás a un apuesto príncipe y tendrás que buscarte la vida solita. ¡Qué mala suerte!