Zapatos y princesas VIII

Ay, Georgina. De qué le valdría la belleza de su esposa al príncipe cuando tuviera que gobernar. Sencillamente sería otro adorno de su magnificencia y motivo de envidia para los demás. Como los futbolistas que se casan con modelos. Repiten una y otra vez el comportamiento: hombre triunfador, aunque sea en algo tan efímero como el deporte, se casa con mujer guapísima, modelo, presentadora, influencer o similar. Como los coches de marca indecentemente caros que se ven en los aparcamientos reservados a los futbolistas. Qué predecibles: el coche de marca, la chica modelo. ¿Os imagináis a unos de esos jugadores con una mujer corriente? Ya sabéis, una mujer normal, que se cansa, a la que no siempre le da tiempo a lavarse el pelo, que no tiene gimnasio privado, ni personal trainer (entrenador personal) ni personal shopper (que te diga qué ropa ponerte) ni community manager (que te lleve las redes sociales) ni otro que te asesore financieramente sobre qué marcas te convienen y cuáles no, etc. ¡Cuánta gente! ¡Cuánto gasto! Pero para eso está el dinero: para revertirlo en la propia imagen que a su vez genera más beneficios.

¿Cómo será la vida de esas mujeres? Georgina nos lo enseña. Georgina es el prototipo, la diosa, a Georgina le toca la lotería cada día. Y nos lo muestra para que lo veamos y soñemos con ser como ella. Y yo también.  ¡Uy, qué envidia! No, yo no. ¿O sí? Tendría que probarlo para hablar con conocimiento de causa. Es broma. Que nooo.

 

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